Plumas x plumas
Valentin Trujillo x Valentín Trujillo: ¿De qué conversan un abuelo y un nieto pianistas?
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Valentín Trujillo Sánchez (91) levanta el brazo y con un dedo indica el piano que está pocos metros más allá, en el living de su casa de Ñuñoa. “Este es un piano histórico”, dice. Y enseguida cuenta la historia: “Este piano ha tenido sólo dos dueños. Yo soy el segundo. El primer dueño lo trajo en 1938 a Chile y fue un amigo talentoso a quien, a mi juicio, debieron darle el Premio Nacional de Música, pero nunca lo hicieron. Me refiero al compositor Francisco Flores del Campo. La pérgola de las flores nació en este piano”.
- ¿Y cómo llegó hasta aquí?
- Pancho me lo dejó a mí en su testamento. Así que está aquí conmigo desde su fallecimiento en 1993.
Valentín Trujillo Sánchez, el pianista famoso, el que ha estado en tantos programas de televisión, que ha lanzado decenas de discos, que a principios de septiembre se ganó por fin el Premio Nacional de Música, pronuncia esas palabras sin esconder la nostalgia. A su lado, mirándolo atento, está Valentín Trujillo Godoy (37), el quinto de sus 10 nietos. El único que se dedicó al piano, igual que el abuelo, y el único también que lleva su nombre.
Son las 5 de la tarde de un jueves de octubre y los dos están sentados juntos luego de aceptar una entrevista conjunta con DF MAS. Se ríen con frecuencia, hacen recuerdos y hablan, inevitablemente, mucho de música. La conversación, en todo caso, terminará una hora después con una petición espontánea del abuelo que sorprenderá al nieto.
Regalar un piano
Cuando cada uno de sus cuatro hijos se casó, Valentín Trujillo Sánchez le regaló un piano. Lo sintió como una obligación personal, como una manera de repetir la historia que él mismo había vivido.
“Cuando yo era un niño de 4 años, un piano llegó a mi casa porque una de mis hermanas mayores estudiaba este instrumento. Este mueble que sonaba para mí fue algo fantástico. La música nos invadía. Además estaba la vitrola, teníamos discos. Todo eso nos rodeó desde pequeños. Por eso mi madre, doña Clementina Sánchez, profesora normalista, una mujer muy interesante, creó una frase que decía: ‘Cuando un piano entra a la casa, entra la cultura’”.
En esa frase materna se inspiró él para regalar pianos a sus hijos cuando abandonaban el hogar. Sus nietos, entonces, nacieron en familias que ya tenían piano en la casa. La esperanza del abuelo era que alguno se entusiasmara. Resultó con Valentín Trujillo Godoy, que empezó a estudiar precozmente este instrumento, tuvo clases particulares y egresado del colegio estudió producción musical y luego composición. Hoy se desempeña como músico de apoyo -tocando piano o bajo o a cargo de la dirección musical- de un amplio grupo de artistas: de Francisca Valenzuela a Myriam Hernández, de Javiera Mena a Chancho en Piedra.
- Me imagino que en las reuniones familiares siempre hubo música…
- Don Valentín (DV): Claro. Yo toco el piano, mis nietos siempre han cantado, dos de ellos (Roberto y Valentín) se han dedicado a la música. En las reuniones nuestras jamás hemos utilizado discos, de la música nos encargamos nosotros.
- Valentín (V): Mis tías cantan, mi papá toca música, otro tío igual. Todo ese ambiente se le impregna a uno profundamente. Y recuerdo a mi abuelo siempre tocando el piano… siempre sorprendiéndonos con algo, por la forma de tocar, por su humor. Para mí, siempre fue un ídolo. Entonces mi amor por la música se dio muy natural, nada de obligación.
- (DV): El tipo de música que practicamos los Trujillo es, por darle un nombre, una de muy buen humor. Y el carácter debe estar ad hoc con eso. No podemos hacerlo si estamos amargados. Toda mi gente vibra con la música, es una cosa hermosamente inevitable para ellos.
“Cuando yo era un niño de 4 años, un piano llegó a mi casa porque una de mis hermanas mayores estudiaba este instrumento. Este mueble que sonaba para mí fue algo fantástico. La música nos invadía", recuerda el abuelo.
- ¿Reconoce herencia suya en lo que hace su nieto Valentín?
- (DV): Él es muy creativo, un talento en varios instrumentos. Es compositor también. Actualmente hace música para Natalia Valdebenito, musicaliza parte de sus stand up.
- (V): He trabajado con varios artistas chilenos, en rock, en balada, en cumbia, pero esto nunca lo había hecho. Al medio de su stand up ella hace improvisación, con temas que salen del público, y ahí yo pongo música. Con un piano y el computador.
- ¿Representa para ti una responsabilidad, una carga, compartir nombre y mismo instrumento con tu abuelo?
- (V): No. Si me hubiese puesto esa mochila, no me hubiese dedicado a esto. Sería un peso muy grande.
- (DV): ¡¡Y yo peso 105 kilos!!
El abuelo estalla en carcajadas. Rápidamente contagia al nieto, quien pasada la risa agrega: “Pero sí siento 100% su herencia musical. Yo amo la música gracias a él. Toco el piano gracias a él. Y también he seguido su antigua tradición: ahora cada una vez que uno de los primos se casa, el resto le regalamos un piano”.
Música popular
- ¿Han tocado juntos públicamente?
- (V): Estuvimos en la orquesta de Don Francisco para su programa Las caras de La Moneda. Mi abuelo tocaba el piano, mi primo Roberto estaba en el bajo y su papá en los teclados. Yo me encargué de la guitarra. Lo pasamos increíble.
- ¿Pero tu abuelo y tú han grabado discos o hecho presentaciones?
- (V): No.
- ¿Por qué?
- (V): Hay un proyecto de grabar algo juntos e incluir a mi primo y a mi tío. Hacer algo como con orquesta. Estamos en las primeras conversaciones.
- (DV): Espero que le demos forma el próximo año.
- (V): Ahora mi abuelo grabó con mi hermana Andrea, que canta, y yo lo estoy editando para mandar a masterizar el disco.
- ¿Ustedes dos se ven con frecuencia?
- (DV): Bueno, él es un niño que me quiere mucho. Yo lo siento de esa forma.
- ¿Es así Valentín?
- (V): Lo quiero demasiado… A mí este año me tocó viajar mucho por trabajo, pero somos cercanos; cuando estoy aquí, nos juntamos.
- (DV): A tal punto, por ejemplo, que el otro día, cuando se dio la noticia del premio (Nacional de Música), él llegó a mi casa como a las 11 de la mañana y fue el último en irse.
- (V): Mira, aún se me pone la piel de gallina cuando lo recuerdo.
- A propósito, Don Valentín, ¿qué pensó cuando le dieron ese premio?
- (DV): Bueno, ésta era la segunda vez que me postulaban. Nunca lo ambicioné. Al recibirlo, me sentí interpretando a tanto cantante, a tanto compositor popular. Porque han sido los grandes ausentes. Con el premio se ha reconocido a compositores de música selecta, pero solamente una vez a una folklorista excepcional como Margot Loyola. Nada a Pancho Flores ni a Patricio Manns… Me sentí interpretándolos a todos ellos, porque yo soy de música popular, de composiciones populares, he grabado cuecas con el dúo Rey-Silva, con Daniel Muñoz. Me acordé de quienes han quedado desconocidos, como ese muchacho de Coquimbo (Hernán Gallardo Pérez) que compuso “Un año más”, que todos cantan.
"Ésta era la segunda vez que me postulaban (al Premio Nacional de Música). Nunca lo ambicioné. Al recibirlo, me sentí interpretando a tanto cantante, a tanto compositor popular. Porque han sido los grandes ausentes"
- ¿Es una reivindicación de la música popular, entonces?
- (DV): Sin duda. El 90% de la música que se escucha en nuestro país es música popular. No tiene horarios, fronteras, ni siquiera idioma. Es una música de grandes talentos, no es una musiquita o un arte menor como algunos la calificaron. Eso no se escuchó jamás en los labios de Leonard Bernstein, por ejemplo, quien era un admirador de la música popular. Es cuestión de escuchar la música de West Side Story. No es un arte menor, es un arte popular. Democrático, porque atrae a personas sin tener formación musical. Es la canción que le gustaba a tu madre.
La petición
- ¿Si pudiera darle un consejo musical a su nieto, qué le diría?
- (DV): Vas bien, muchacho, vas bien.
- (V): Wow, tengo que seguir entonces. No puedo echarme para atrás después de eso.
- ¿No has pensado, Valentín, es una carrera musical en solitario?
- (V): No lo he hecho por tiempo, he estado viajando. Para tener tu proyecto debes dedicarle tiempo. Si no, va a ser una pérdida de plata y tiempo. Tengo composiciones mías… en algún momento saldrán.
- ¿No eres del grupo de los nietos Trujillo que cantan?
- (V) No, no. Yo les toco a ellos cuando mi abuelo no está.
- (DV): No me creerás, pero cuando chico él cantaba muy bien. Pero cuando te dedicas a un instrumento es invasivo, si le quitas tiempo te lo exige.
- (V): Pero es personalidad también. Yo me siento mucho más cómodo detrás de alguien, no soy tan frontman.
- ¿Qué consejo musical le darías tú ahora a tu abuelo?
- (V): No, no podría. ¿Con qué cara? Sólo tengo admiración profunda.
- (DV): Cuando viaja, los músicos le preguntan ¿qué es de tu abuelo?
- (V): Todos lo conocen. Tengo la fortuna de que cargo gratis con ese amor que le tienen a él. Me llega a mí aunque no me conozcan.
- No te animas a darle un consejo, pero ¿qué te gustaría preguntarle, aprovechando esta entrevista cruzada?
- (V): Más bien le pediría un consejo. ¿Cómo hizo él para enfrentar momentos bajos que siempre tiene una carrera musical?
- (DV): En la vida de todo ser humano hay un período que toca sufrir y hay que estar bien parado. Por ejemplo, cuando murió mi madre la enterramos a las 2 de la tarde. Yo era pianista en el Hotel Carrera y con el tipo de música que practico tendría que haber guardado luto. Cuando se acercaba la hora de tocar ese día, me pregunté qué debería hacer y me contesté que ir a trabajar. La vida debe seguir. Cargar el dolor, pero sobreponerse. Eso me sirvió mucho. Así que te digo: cuando vengan los costalazos, peléala. Esos momentos se pueden vencer.
En este living donde abuelo y nieto conversan, se produce un momentáneo silencio. El primero, posiblemente, piensa en la muerte de la madre. El segundo, en el consejo recién entregado. Entonces, como para retomar la fiesta que siempre lo ha rodeado, Valentín Trujillo Sánchez se ilumina, sonríe y toma la palabra:
- Hay a algo que quisiera acotar. Una petición para mi nieto. ¿Puedo?
- Por supuesto, adelante.
Entonces el pianista de 91 años y cinco meses -como le gusta precisar a él- mira al joven de jockey negro que tiene al frente y se despacha tres palabras fulminantes:
- Dame un bisnieto.
Un poco de reggaetón
- ¿Entre ustedes hablan temas más allá de la música?
- (DV): Sí. Él es muy deportista. Le gusta el fútbol. Entiendo que es colocolino fuerte.
- ¿Y usted?
- (DV): Yo soy hombre de boxeo. La generación mía pertenece al boxeo. Cuando tenía 7 años, en 1940, Arturo Godoy hizo saltar a todos los chilenos con su campeonato mundial de pesos pesados, con un histórico Joe Louis. Soy jurado internacional, nacional y escribí para revistas sobre boxeo.
- ¿Qué gustos musicales comparten?
- (DV): Yo he estado muchos años hablándole del compositor George Gershwin. Tocándole sus canciones.
- (V): Antes de leer quién era George Gershwin o saber de él, yo escuché su música tocada por mi abuelo.
- ¿Otros músicos que les gusten?
- (DV): Compartimos música, no un estilo. Yo soy un tanguero, bolerista, folclorista.
- (V): Me encanta todo eso también.
- ¿Gustos musicales en que difieran?
- (V): El reggaetón no es una música que me guste, pero sí la he tocado y la puedo disfrutar en alguna fiesta. Pero no voy a ponerlo en mi auto o en mi casa.
- ¿Qué le parece a usted, don Valentín?
- (DV): Yo no soy crítico. Eso es una moda. Y las modas pasan. Por ejemplo, hubo un escándalo, en el tiempo de Johann Strauss, ya que la gente de arriba no bailaba vals, porque tomar por la cintura a una dama era realmente una posesión. En ese tiempo, los bailes eran tocándose apenas las puntas de los dedos. Así que el vals fue muy combatido. El tango para qué decir, los boleros. Hoy día, digamos, dentro de la música moderna hay estilos un poco sobrepasados.
- ¿El reggaetón podría ser uno de esos?
- (DV): Podría.
- Pero no lo demoniza…
- (DV): No. Es música de joven.